La salud mental comunitaria: el Programa de pisos como espacio de acompañamiento terapéutico

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Una mirada comunitaria para entender la salud mental

Cuando hablamos de salud mental, aún persisten enfoques excesivamente centrados en lo clínico, en lo individual y en lo institucionalizado. Sin embargo, cada vez con más fuerza, emerge una forma distinta de comprender y acompañar los procesos de las personas: desde su entorno. Hablamos de la salud mental comunitaria, una perspectiva que pone en el centro no solo a la persona, sino también su derecho a vivir con dignidad y formar parte activa de la sociedad.

La Salud Mental Comunitaria es una forma de atención que sitúa a la persona en el centro del proceso, priorizando su autonomía y la participación en sociedad. Frente a aquellos modelos tradicionales centrados en la hospitalización, la salud mental comunitaria propone un cambio profundo de mirada: no se trata únicamente de centrarnos en los síntomas, sino de acompañar proyectos de vida en comunidad. Este enfoque parte de la perspectiva de que la recuperación es posible cuando la persona se siente escuchada, respetada y conectada con el entorno.

Por ello, la Organización Mundial de la Salud (2021) destaca que los servicios de salud mental deben promover la inclusión social, los derechos humanos y la recuperación integral de la persona. En España, esta visión queda reflejada en la Estrategia de Salud Mental del Sistema Nacional de Salud (2022-2026), que apuesta por dispositivos comunitarios, flexibles y centrados en la persona. 

En este contexto, cobra sentido hablar de la rehabilitación psicosocial, un proceso personalizado el cual debe llevarse a cabo en el contexto de cada individuo, por lo que el trabajo de rehabilitación y se dirige tanto a la persona como a su entorno, incluyendo la comunidad a la que pertenece y la sociedad en la que vive (Fernández y Ballesteros, 2017).

Dentro de esta red de atención, los programas de vivienda con apoyo (como los pisos supervisados o tutelados) son una herramienta clave para la transformación psicosocial. El Programa de Pisos se enmarca en este enfoque de salud mental comunitaria, pues su perspectiva prioriza la atención en el entorno habitual de la persona, fomentando así su autonomía y participación en la comunidad. Estos espacios no son una meta, sino una herramienta intermedia entre la institucionalización y la vida autónoma. 

El acompañamiento terapéutico como herramienta clave en la prevención

A menudo, en los recursos de salud mental existe un imaginario colectivo más marcado por el estigma que por la realidad: se piensa inevitablemente en vigilancia, dependencia o aislamiento. Pero la realidad que vivimos en los programas de pisos es bien distinta.

Es en este contexto donde nos encontramos con un elemento clave: el acompañamiento terapéutico. Según Dozza de Mendonça (2018), el acompañamiento terapéutico es “un método de intervención que tiene lugar en los contextos comunitarios y domésticos”, lo que requiere pensar una clínica centrada en la vida real y no en espacios artificiales. Es una intervención que se produce fuera de los dispositivos tradicionales: en la casa, la calle, en los servicios públicos, en el supermercado, etc., es decir, en lo cotidiano.

Desde esta perspectiva, Dozza de Mendonça (2018) destaca la clínica de lo cotidiano: una forma de estar con el otro sin reducirlo a su diagnóstico ni aislarlo en lo terapéutico. Los programas de pisos en la red de salud mental son mucho más que recursos residenciales. Son propuestas que se enmarcan en el paradigma comunitario, que apuestan por la vida en común, la participación, y el derecho a recibir apoyos sin ser excluidos.

El acompañamiento terapéutico, en este contexto, no responde a una única forma de intervención o tratamiento, sino que se adapta a las necesidades y circunstancias de cada persona. Puede implicar intervenir ante una crisis, ayudar a reorganizar la convivencia, establecer límites, sostener procesos de vinculación con recursos comunitarios o facilitar la toma de decisiones cotidianas. Lo terapéutico no está en un acto concreto, sino en cómo se acompaña: con presencia, criterio profesional y sin anular la autonomía de la persona.

En definitiva, no se trata de hacer por la persona, sino de estar con ella. El acompañamiento terapéutico, así entendido, favorece el ejercicio de la autonomía y el acceso a derechos, como herramienta fundamental en el marco de la rehabilitación psicosocial.

El hogar como factor protector de la salud mental comunitaria

El valor de un hogar no está solo en disponer de un espacio físico. Lo que lo convierte en un recurso útil y eficaz es que ofrece las condiciones necesarias para una vida digna. Además, al formar parte de la comunidad, el hogar permite que los procesos de recuperación no ocurran en entornos cerrados, sino en contextos reales, donde se accede a los recursos del barrio, los servicios normalizados y las oportunidades de participación.

Disponer de un hogar donde poder vivir con apoyos, tomar decisiones y estar vinculado al entorno actúa como un factor protector clave frente a la cronificación, la exclusión y la pérdida de autonomía. Y en ese sentido, los pisos son un recurso que permite sostener procesos de vida reales, desde lo cotidiano y con sentido.

Trabajar desde este modelo terapéutico es acompañar procesos y proyectos de vida. Es confiar en que toda persona, con los apoyos adecuados, pueda vivir una vida digna, promoviendo su autonomía y cuidado personal. Por ello, es mediante este tipo de recursos donde empieza realmente el cambio.

BIBLIOGRAFÍA

·       Dozza de Mendonça, L. (2018). Acompañamiento terapéutico y clínica de lo cotidiano. Buenos Aires: Topía.

·       Fernández, P., & Ballesteros, F. (2017). La rehabilitación psicosocial de personas con trastorno mental: un modelo para la recuperación e integración comunitaria. Edupsykhé. Revista de Psicología y Educación, 16(1), 15-36.

·       Ministerio de Sanidad. (2022). Estrategia de Salud Mental del Sistema Nacional de Salud 2022-2026. Gobierno de España.

·       Organización Mundial de la Salud. (2021). Guidance on community mental health services: promoting person-centred and rights-based approaches.

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